Lunes, 09 de mayo de 2022
La exhibición Memoria en vilo: auras anónimas de Beatriz González, llevada a cabo en Espigas en 2019 y curada por Carolina Vanegas Carrasco, surge de la motivación de unirse a las acciones llevadas a cabo para evitar la demolición de los columbarios del Cementerio Central de Bogotá, sobre los que se encuentra la obra Auras Anónimas (2009) de la artista e historiadora colombiana Beatriz González. Mediante el ordenamiento y exposición de notas periodísticas e imágenes de la intervención de González en los columbarios, la curadora pone en evidencia la violencia constante que sufre el mencionado país latinoamericano, denunciando la limitación de derechos humanos y apoyando los movimientos que se pronuncian contra estos actos terroríficos.
Para comprender Memoria en vilo: Auras anónimas de Beatriz González, es necesario realizar una breve introducción al contexto y trasfondo de la acción que realiza la artista para su intervención de 2009. La historia de Colombia se encuentra signada por los conflictos internos debido a la ausencia del Estado en partes del territorio, a la acción del narcotráfico y de los grupos armados en las zonas rurales y, en menor medida, en las ciudades. Dicha situación llevó a que los colombianos percibieran con esperanza la aparición de Jorge Eliécer Gaitán, figura política y candidato presidencial de gran apoyo popular. El asesinato del mencionado líder político, acontecido el 9 de abril de 1948, abrió un periodo de revueltas y escándalos políticos denominado el Bogotazo, en el cual muchos de los cuerpos no identificados de los fallecidos fueron enviados a los columbarios (o nichos) del Cementerio Central. Este lugar, también conocido como “Cementerio de los pobres”, corrió riesgo de ser demolido en 2003, tras caer en desuso. El Alcalde de Bogotá en ese momento, Enrique Peñalosa, tenía la intención de convertir el espacio en un parque recreativo. Para demostrar el repudio hacia el proyecto de demolición nace Auras anónimas, una intervención sobre los nichos del Cementerio que constaba de impresiones en acrílico, resueltas como sombras, que aludían a imágenes de los traslados de cadáveres de las víctimas del conflicto armado (Imagen 1). La intervención de Beatriz González tuvo como fin principal apoyar la conservación del lugar y la defensa de la memoria.
La exposición curada por Vanegas Carrasco (Imagen 2), demuestra que, si bien la violencia política fue y es algo constante en Latinoamérica, cada país reacciona y visibiliza su situación de manera diferente. Si hay algo que la curadora remarca, es la importancia del uso de las siluetas y los símbolos, no sólo como un recurso estético, sino como instrumento político al que se puede recurrir cuando las palabras y las acciones no alcanzan. A lo largo de la historia, el uso de simbología para poner en foco la importancia de la memoria fue utilizada en varios casos. En la Argentina nos encontramos con el Siluetazo, caso que Vanegas también señala. Este suceso tuvo lugar en épocas de la última dictadura militar argentina, en donde habitantes de varias edades contornearon las figuras de sus cuerpos sobre papeles que pegaron por toda la Ciudad de Buenos Aires. El objetivo de la acción fue recordar a los desaparecidos del momento mediante la apertura de un espacio de creación, en donde la práctica artística se vio fusionada con la política para lograr remarcar “la presencia de la ausencia” (Longoni y Bruzzone, 2008, p. 7).
Instalado ya un vínculo entre las situaciones de Argentina y Colombia atravesadas por la simbología, la curadora de Memoria en vilo: auras anónimas de Beatriz González también resalta la intervención realizada por González, por haberse basado en las noticias periodísticas del momento, y lo útil que fue su visibilización. La intervención de la artista sobre los nichos de los columbarios no estaba pensada para ser permanente. En palabras de Vanegas “la obra sostuvo el lugar, pero se pensó para que fuera efímera” (Vanegas Carrasco, comunicación personal, 18 de octubre de 2021). Tal fue el impacto generado dentro de la sociedad, que luego de varias disputas, la intervención logró difundir el riesgo de derrumbe que corría el Cementerio, siendo también un territorio en donde se llevaron a cabo acciones que reconocieron a éste como lugar de memoria de la violencia de Colombia , y convirtiendo a la zona en un territorio donde es posible reflexionar sobre el pasado y el presente, aún más con la construcción del Museo de la memoria en la misma avenida, el cual abrirá sus puertas a fines de marzo de 2022.
Tanto la instalación Auras Anónimas como la exhibición en Espigas, problematizan la negación de la violencia en Colombia por parte del Estado, así como también el concepto de patrimonio histórico, el cual suele estar vinculado a la arquitectura de estilo. Ambas iniciativas invitan al espectador a pensar en los sucesos conflictivos de la historia latinoamericana, poniendo sobre la mesa momentos que han marcado y movilizado a nuestras sociedades.
¹ Nota web realizada en el marco de las prácticas profesionales de la Universidad del Salvador, durante el período agosto 2021- marzo 2022, con correcciones de Carolina Vanegas Carrasco.
Imagen 1. González, Beatriz. Boceto AA5. Dibujo de cargueros [Imagen utilizada en las lápidas de los columbarios del Cementerio Central de Bogotá]
Imagen 2. Vista de sala de la exposición Memorias en Vilo: Auras anónimas de Beatriz González, Centro de Estudios Espigas, Buenos Aires