Viernes, 06 de mayo de 2022
Espigas conserva una rareza publicada en uno de los diarios más importantes de la Argentina en el siglo XIX: una imagen impresa en 1877 en El Mosquito, un periódico satírico ilustrado que circuló en Buenos Aires entre 1863 y 1893. Fundado por el francés Henri Meyer fue continuado por Henri Stein quien fue su director propietario desde 1871, y actuó de editor, principal ilustrador y operador de sus estrategias comerciales. El Mosquito fue referente en las publicaciones de su tipo, sus caricaturas políticas trazaron una galería de personajes y situaciones del ámbito público en sus cara más risible y crítica que se tornaron muy populares. El periódico se componía de un folio de cuatro páginas, las páginas centrales, segunda y tercera, enteramente litografiadas con una multiplicidad de imágenes.
La imagen que exhibe el cliché es del propio personaje Mosquito, con su traje de túnica corta, calzas y sombrero breve de tres plumas que porta, a modo de lanza exhibida como arma, el lápiz-pluma de doble punta. Con la caligrafía típica de los caracteres litográficos, invita en el cartel a los lectores a concurrir al “Gran Concierto” y “Tómbola” a “Beneficio de los Huérfanos Franceses” que tendría lugar en el Coliseo la noche en que se fecha la edición del semanario. La aparición de la figura señala además el decimoquinto aniversario de la salida del periódico, evento al que El Mosquito solía hacer alusión celebratoria y publicitaria.
La proliferación visual en la prensa de la segunda mitad del siglo XIX expresa el proceso de mecanización en los modos de producción y difusión de imágenes locales y se articula con las transformaciones de los periódicos del periodo que asumen la variedad y heterogeneidad iconográfica como elementos de la modernidad. Los contenidos misceláneos, fragmentados, comienzan a mezclar literatura, actualidad política, caricaturas, publicidad ilustrada. Este fecundo desarrollo estaba a su vez, estrechamente vinculado a las condiciones de posibilidad de las tecnologías de reproducción disponibles en la actividad gráfica local, al proceso litográfico, casi hegemónico en la reproducción de imágenes de la industria impresora porteña.
Si bien la técnica en la que el semanario reprodujo todas sus imágenes durante sus treinta años de existencia fue la litografía, el taco que encontramos en los archivos de Espigas es un cliché metálico con la imagen en relieve. Esto permite inferir que la plancha pudo haberse elaborado en forma independiente a la edición litográfica, y comercializado como estampa suelta. Pudo haber sido un volante de promoción, o una copia fotomecánica producida posteriormente. No sabemos cuántas veces ha sido multiplicada esta chapa en el contexto del proceso de masificación de la cultura visual, pero el objeto conservado en el archivo de Espigas implica un vestigio de la cultura material gráfica que se ha preservado muy poco y que sin embargo, posee un valor histórico significativo y que habla de la popularidad del imaginario del periódico.
El legado de la cultura gráfica del pasado conformado por libros, revistas, impresos comerciales o políticos constituye una fuente para la investigación histórica que permite abordar aspectos culturales, económicos o políticos de la vida social. Se ofrecen también como objetos de estudio en su carácter visual y estético. Un tipo de registro diferente de esta cultura gráfica, raro y desatendido en nuestros acervos locales, está compuesto por las huellas materiales de los procesos de producción de los impresos, como máquinas impresoras, matrices, planchas de grabado, clichés o tipos móviles. La escasez de estos objetos produce una dificultad para conocer las prácticas y saberes del hacer gráfico de tipógrafos, imprenteros, litógrafos y de sus modos de fabricación. Por tal motivo el cliché que se conserva en el Centro Espigas resulta elocuente y a la vez misterioso, y genera nuevas preguntas a la indagación histórico cultural.
Medidas: 19 x 10,3 x 2,2 cm
Material: Chapa de zinc sobre taco de madera
Ubicación: Fondo Documental Mario Canale
Fotografías: Sergio Redondo y Luisa Tomatti
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